Contexto de una recopilación de tragedias

Los muertos, en la época de las mentiras, se convierten simplemente cifras. Las cifras cuando no convienen a las superpotencias, desafiando las leyes de la naturaleza, tienden a cero. Miles de cuerpos olvidados alimentan la impunidad de la América olvidada. Miles de cuerpos se extinguen en el mar desde aquel 12 de Octubre de 1492.

Vista actual de la ciudad del Potosí. Hasta 2005 la esperanza de vida era de 40 años.

Los habitantes del que sería convertido en el tercer mundo se disputaban entre el trabajo y la muerte. La muerte siempre parece un fin bastante enriquecedor para quien, simplemente

quiere acelerar su destino. Los gases tóxicos y el empleo del mercurio mataban esclavos como si fueran plagas en las dificiles minas de plata del cerro del Potosí –en territorio Boliviano-, los conquistadores sin embargo veían crecer rapidamente sus arcas. Años más tarde, cuando el Potosí dejo de ser cuna del enriquecimiento desaforado, sus tierras y sus muertos se condenaron al olvido. De la época de esplendor no quedaron sino las construcciones, ahora roídas por el tiempo y el desinterés[1].

La tierra se consumía en la sobreexplotación. Los conquistadores no dejaron intacto ningún lugar que produjera ganancias. Las minas brasileñas del oro –Minas Gerais y Ouro Preto-, las más grandes descubiertas hasta su tiempo, fueron saqueadas con velocidades hasta entonces desconocidas. De la misma forma, la caña de azúcar infesto las tierras de América. El nordeste de Brasil, campo de gigantes sembradíos de la planta azucarera, gran paraíso para las terratenientes y enorme infierno para los miles de esclavos, es ahora la región más subdesarrollada de la desangrada América. La maldición del azúcar invadiría también a Centroamérica, destrozaría campos enteros y le quitaría parte de su esplendor a la isla de Cuba. La maravilla que describirían muchas personas –entre ellas el mismo Cristóbal Colon- pasaba a la servidumbre del monocultivo; el tabaco y la ganadería darían paso a la caña de azúcar que arrasaría la isla entera y la llevaría a la aridez inevitable. La ambición creaba y destruía ciudades, la Potosí rica en plata, es ahora uno de los pueblos más pobres de Bolivia. Los conquistadores solo utilizaban la tierra mientras les producían, después la dejaban más olvidada de cómo las encontraron[2].

La pobreza en América Latina es alrededor del 44%, según el BID

La explotación en tierras americanas financió el crecimiento de los países que hoy llamamos desarrollados. Su desarrollo depende de nuestra miseria, así funciona el capitalismo, la riqueza del centro depende de la pobreza de las periferias. España y Portugal hicieron el trabajo sucio, mientras el dinero de la minería, la ganadería y la agricultura pasaban directamente a manos británicas, a manos holandesas, a manos francesas e italianas. Portugal era una fachada para la invasión inglesa en las minas de Brasil, era tal la influencia de la isla europea, que hasta los esclavos negros de las minas de cobre vestían los trajes que los británicos les preparaban[3].

La historia de Colombia, no está lejos de ser idéntica a la historia de América. La historia bananera en Colombia es la simple repetición de la historia del banano en Centroamérica. Una sola empresa llevó a los países que le producían a la desgracia, sin dejar una sola gota de remordimiento a sus espaldas. La United Fruit tenía mucho banano que sembrar para pensar en sus muertos, o en sus esclavos –a quienes curiosamente llamaban trabajadores-.


[1] Galeano, Eduardo, Las venas abiertas de América Latina, Montevideo, 1971.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

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